Un buen pleito

Los procesos contenciosos de Divorcio o Separación, con o sin hijos menores, son tremendamente complejos y retorcidos. Un buen pleito se avecina por las “malditas emociones humanas” que se cuelan dentro de los artículos de la Ley y resulta casi imposible mantener a la “parte” (cliente, familia y sus conocidos) quieta desde que llegan al Despacho hasta que llega el día del juicio (vista).

Un buen pleito

Por Javier Beltrán-Domenech

Los documentos, los hechos que te refiere el cliente ese día, la elección de una u otra custodia y la petición concreta de visitas, alimentos, uso de la vivienda y demás, NADA tendrán que ver con lo que ocurrirá la semana o mes siguiente, a los dos meses, y mucho menos a los SEIS meses. Mientras el tiempo pasa, se incrementa el conflicto familiar y se crean posturas “extremas”. El cliente se desespera, te pide más citas, te trae documentos nuevos y te propone de testigos a amigos y toda la familia. El justiciable espera también que le citen para analizarle a la psicosocial en el juzgado (los más suertudos) o debe gastar, si tiene prisa, 1200-1400 euros en una pericial insaculada por el Juzgado pero con un psicólogo externo. Igualmente, en esos meses acudirá a una sesión, que no es obligatoria pero le hacen que sí lo sea, de “mediación”. Esta sesión acabará de estropear lo poco que se hablaban.

Un buen pleito

Por lo anterior, y por experiencia, por rapidez, por habilidad, y tras conocer qué quiere el cliente y qué puede obtener, un buen abogado debe localizar al letrado contrario y establecer, inmediatamente, contacto para regular, en ese limbo jurídico en el que no han hablado de nada un mínimo régimen (léase https://www.javierbeltranabogados.com/2015/07/17/divorciados-al-purgatorio/ ). Muy pocos saben pactar un plan (https://www.javierbeltranabogados.com/2017/01/14/plan-custodia-compartida/ )

Pero no siempre se logra y el abismo cae sobre una familia, su economía, sus allegados y su vida laboral. Muchas veces, viviendo bajo el mismo techo. Las “malditas emociones humanas”, la edad de los niños, los consejos de los amigos y familiares, la lectura de artículos de internet y demás añadidos hacen verdaderamente complicado poder llegar a un acuerdo con el contrario. Los progenitores comienzan a “pelearse” de obra y palabra. Así que, ante la falta de acuerdo entre letrados, “toca ir a juicio” pues, como aún nos dicen los clientes, que “decida un Juez”. Si el cliente es honesto, y explica su motivos, debería hacer lo que cree es mejor para sus hijos, quienes conocerán en unos años qué dijo o hizo mal su padre o madre y lo juzgarán. Y con eso no debería jugarse.

Un buen pleito

Tras preparar con el cliente un interrogatorio que durará no más de 20 minutos (en los que contará TODA su vida) acudimos una mañana al Juzgado de Primera Instancia. Salvo que seas el primer señalamiento en la lista, hay tiempo para hablar con el compañero letrado. ¿Hablar? ¿Más? Pues sí. Más. Incansablemente.

El día de la vista ya se tiene el informe psicosocial, sicológico o social, y se conocen los puntos fuertes y débiles del contrario. Ya han “llegado los oficios” de Hacienda, de la Seguridad Social, y se puede leer qué gana, qué gasta, dónde vive, en qué trabaja y qué hace (más o menos) el contrario de forma que, en Sala y con la cámara grabando, la defensa o ataque es clara. Por mucho que mienta, sin prueba documental en contrario no tendrá credibilidad ya que quod non est in actis non est in mundo (textualmente significa que “lo que no está en las actas, no está en el mundo).

Pero un Juzgado también sabe de esa mutabilidad, de esas emociones, de esos cambios en el tiempo, y tiene más tablas y más juicios que el cliente. Sabe que los clientes no han logrado pactar nada y que la mediación no ha impuesto nada. Un juez puede “forzar” acuerdos a base de ejercer su “iurisdictio”.

Así que, antes de encender la cámara, cualquier juez de cualquier juzgado de cualquier partido de España hace pasar a la Sala de vistas sólo a los abogados de cada parte. Ahí, les preguntan por la posibilidad de llegar a un acuerdo y, tras la inicial negativa, “inducen” muchas veces a los letrados a llegar a un acuerdo (el odiado “ni pa tí ni pa mí”) comunicando al aire que el caso “lo tienen claro salvo que en el juicio sea otra cosa” Nos piden salgamos a hablar con nuestro cliente para “llegar a un acuerdo”.

Créanme que un “aviso a navegantes” asusta mucho a un letrado bisoño, o que no lo tiene claro y al que, de forma directa, le acaban de decir que a su cliente no le van a dar lo que pide. También es buena idea dejarse asustar cuando al otro le pinta peor, claro. Pero… ¿prevaricación? Ni mucho menos. Simple práctica judicial con el Fiscal delante y por el “interés del menor”.

Un buen pleito
Un buen pleito

 

Si bien creo que sólo debería estar presente el Fiscal, y no Su Señoría (sí o sí oye, mira, intuye y recibe señales de las que se “contamina”), lo cierto es que no tienen prisa para celebrar juicio y prefieren un acuerdo. ¿Por qué lo hacen?Es entendible que sea ahí y no antes pues Su Señoría no ha visto ni ha estado los seis meses con Ud. ni en el Despacho. No quieren peleas, gritos ni líos. No quieren emociones ni lloros en su Sala.

Pero, cuidado, no es gratis. Tampoco quieren recursos de apelación a sus sentencias ni, mucho menos, ejecuciones inmediatas que les colapsen el Juzgado. No quieren que haya conflicto en algo que, aún creen, pueden evitar.

¿Esto es bueno o malo? Si bien el fondo es bueno, la forma es mala y el espectáculo del lugar y día no ayuda. En mi opinión, la culpa es de los abogados que no se han preparado, que deberían llevar ya el acuerdo escrito o pedir suspensión, si estuviera bien regulado volver en una semana o dos máximo, para hacerlo en el Despacho con el cliente, con el contrario y su letrado. Pero claro, si sigue la disputa, el plazo de señalar nuevo juicio es de otros seis meses, y por esto nadie pide suspensión. Un buen pleito.

Sabiendo lo que les he contado, tienen que tener muy claro que ir a juicio en cuestiones de Familia es una “lotería”. Además, es un gran error no explicarle al cliente lo que puede pasar el día de la vista y no tener un plan B. En caso de duda, es mucho mejor rechazar, educadamente, ese “acuerdo” y solicitar que se celebre el juicio (en una hora estaría “visto para sentencia” y sería el Juzgado el que se quedaría con la lectura de todo para resolver. Sentencia que, en caso de ser errónea, injusta, incompleta o no ser del gusto pretendido, tendría aclaración, rectificación o recurso de apelación)

Un letrado avezado, y educado, no debe tener miedo a que un juez o un fiscal le lleve al límite. Ni debe tener nada suelto o no previsto antes. Se puede, con la razón, negar acuerdos en Sala hasta hacerse “caer mal” pero luego celebrar vista y obtener lo que el cliente pedía, íntegramente, pues tras el juicio y escuchar a las partes la opinión de juez y fiscal cambian.

Un buen pleito

Debemos evitar el día del juicio este “mercadeo” de emociones. Si los letrados no hemos logrado en seis meses un acuerdo, no esperemos a que Su Señoría lo haga. Si vamos a juicio, vamos a juicio.

Un buen pleito puede ser mejor que un mal acuerdo del que se arrepienta, además, el cliente el día después. Desde que ejerzo, y son 25 años, el 85% de los clientes que han llegado a un contencioso y han “pactado” un acuerdo previo al juicio, el día de la vista, se han arrepentido al día siguiente y han instado demanda de ejecución o incluso modificación de medidas.

Basta de acuerdos a toda prisa, basta de hacérselo pasar mal al cliente. Evitemos la Sala de vistas de un Juzgado de Primera Instancia todo lo que podamos pero, si al final no es posible, en temas de familia sepan que, por las posibilidades posteriores, es mejor un buen pleito que un mal acuerdo.

Javier Beltrán-Domenech está en www.javierbeltran.org www.divorcios-alicante.es www.herencias-alicante.es

 

Javier Beltrán-Domenech
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