Sucedió en mi despacho

Sucedió en mi Despacho

Sucedió en mi Despacho. Aquella mañana comenzó lo que me han pedido muchas veces que escriba y lo cuente. Ah, el Sino, divertido conductor de encuentros y nuevas esperanzas. Nadie sabe cuándo, ni dónde, teje febril y despiadado un fino hilo para enlazar a dos agraciados.

Sucedió en mi Despacho.

Pasados muchos años por fin me arranco y, aunque ellos no querían, he cambiado algunos datos para preservar su intimidad. Pura deformación profesional.

Por Javier Beltrán-Domenech

Era una mañana cualquiera. Puede ser que fuera martes pero no creo fuera 13. Citas a las 10’30, 11, 12’30 y 13’30 h. Me acuerdo porque he consultado la maravillosa agenda Lotus Organize que aún gana a todas las demás.

Sucedió en mi Despacho.

Esa mañana eran dos consultas sobre Derecho de Familia, un asunto penal y un tema civil. Los casos de divorcios y familia formaban ya entonces parte de mi día a día. Para quien aún no lo sepa, esta materia es la más complicada y compleja de todas las de la Abogacía. Mezclas penal, civil, fiscal, procesal y… agitas con mucho sentido común. Pero debes mantenerte frío y distante: ofrece constante recordatorio de la miseria y de la mezquindad humana cuando el amor, en más ocasiones que menos, se desvanece.

Llovía. Eran las 10’50 horas de la mañana.

Él venía por segunda vez. Había pedido cita a las 11. Su esposa ya se había marchado a vivir con otro y él quedaba en casa con su hija de 6 años.

Ella, una mujer a quien su marido la había demandado sin más explicaciones pidiéndole el divorcio por querer casarse con otra, venía por primera vez a mi consulta. Tenía dos hijos de 4 y 7 años.

Se encontraron en la calle, sin paraguas y tocando el timbre del telefonillo. Subieron juntos en el ascensor donde ninguno se miraba a los ojos pero donde, creo, Cupido, travieso cabroncete donde los haya, les disparó. Más que una flecha, lanzó una saeta de robusta ballesta o escorpión romano que, con la electricidad del agua “debió de dar terrible calambrazo”. Salieron juntos del ascensor, tocaron juntos a la puerta y, pensando que venían juntos, mi asistente les pasó a la sala de espera.

Al poco rato, y deshecho el entuerto con risas sonoras (ella se había adelantado un día a su cita de las 11 horas del miércoles) él dejó galantemente que la cita fuera para ella y esperó en la Sala hasta que pude acabar.

Sucedió en mi Despacho.

Ella entró maravillada por la amabilidad y el que entonces sonreía, pues me había dado cuenta de todo, era yo. Finalizada la cita y después de pagar la consulta ella se fue a darle las gracias muy educada, marchándose sin más. Cuando él entró en mi Despacho se sentó como un colegial y su cara ya no era la del cliente preocupado. No olvidaré la frase. La cito literal:

Javier, manda huevos, que me he enamorado en tu Despacho.

Cerré y dejé caer suavemente la pluma en la mesa. Me recosté en el sillón, miré a la ventana y sonreí.

Anda ya hombre, le dije sin mirarle a los ojos y quitándole hierro al asunto, si tú no estás para estas cosas ahora.

Lo que ocurrió después, cómo volvieron a encontrarse y el resto de la historia (deben creerme si les digo que nadie de mi Despacho le dio los datos de ella a él o de él a ella) pasa por: un apud acta en el Juzgado, amigos comunes que cruzan datos, facebook y amiguitos de los hijos. Todo, repito, todo, les hacía coincidir una y otra vez.

Demasiadas situaciones que hacían pensar que las coincidencias no existen. El corazón tiene razones que la razón ignora, y lo que había comenzado como un simple error de horario pronto se transformó en algo claro y real con intercambios de sonrisas cómplices y la innegable química que surgía entre ellos. A medida que avanzaban sus respectivos procesos legales también lo hacía su conexión. Se dieron fuerza el uno al otro. Sucedió en mi Despacho.

Mi papel en esta historia siempre fue de espectador de primera fila.. Incluso cuando pidieron una cita los dos juntos para traerme cada uno documentos o papeles. Con la complicidad de mi Despacho querían gritar al Mundo, tímidamente, que ya eran uno. De ser su abogado, encargado de defenderles con uñas y dientes, me convertí en un inesperado consejero matrimonial. Observando cómo se desarrollaba su relación ofrecí recomendaciones, palabras de aliento y, muchas veces, simplemente escuché. Era evidente que, a pesar de las cicatrices del pasado, ambos estaban dispuestos a darle una nueva oportunidad al amor y que la confidencialidad de mi Despacho les daba una seguridad que no conocían. Conmigo era como confesarse, me decían.

Obviamente les casi ordené que, por favor, mantuvieran ese amor en completo secreto mientras se negociaban custodias, cuentas corrientes, pensiones, casas y coches. De todos es sabido que tu enemigo se molesta cuando sabe que eres feliz. No porque él no lo sea, sino porque no quiere que lo seas tú. Pero el dinero y el amor no se pueden ocultar. Uno de los contrarios se percató del asunto y pasó a considerarse la parte a la que le habían puesto los cuernos, cuando era al revés, complicándolo todo.

El proceso entre ellos tampoco fue sencillo. Las dudas y los miedos, herederos de relaciones fallidas, a menudo amenazaban con ensombrecer la luz de ese su nuevo comienzo. Sin embargo, su determinación y su claridad ganaron a los días oscuros.

El que suscribe, que posiblemente sea el primer donante de corazón que exista vivo (esta frase no es mía y se refiere únicamente a mi lado profesional) y que puede girar de 0 a 360 grados de estrategia jurídica en menos de 5 minutos si la ocasión lo requiere, asistí divertido a todo lo que hacían y lo torpe, por lo ingenuo, que hacían algunas cosas. Pero los casos les fueron favorables: uno se pactó y se firmó convenio y en el otro le dimos de lo lindo a la parte contraria. En unos 9 meses (ahora serían casi 18 por cómo va la Justicia) se alumbró un nuevo amor que creció ayudándose cada uno con su estrategia fuera de mi Despacho.

Verlos juntos, comprometiéndose a construir un futuro compartido “con la que les iba a caer encima” fue un recordatorio de que el amor puede surgir en los momentos y lugares más inesperados y que nunca es tarde para nada.

Me invitaron a su boda, civil y “entresemana” para un petit comité, pero ese día un juicio de tres horas impidió que yo imprimiera, y además ante un excelente y elegante juez del Registro Civil que antes había estado en un Juzgado de Primera Instancia cuando yo empecé en 1995, mi firma de testigo. Me uní a la comida. Ese día fue un reflejo de su historia: íntima, sincera y emotiva.

Que yo sepa no ha vuelto a suceder nada igual en mi Despacho. Pero aún por ser excepcional sé que el amor verdadero existe, que está más cerca de lo que Ud. puede pensar y que en el juego del amor y la vida nunca es tarde para encontrar a alguien con quien compartir el viaje. No importa dónde lo encuentre. No importa la edad. Ni la situación. Incluso si se está Ud. divorciando podría encontrar el amor de su vida.

Y se lo cuento porque sí… porque sucedió en mi Despacho.

Tal cual…

Javier Beltrán-Domenech.

Javier Beltrán-Domenech
¡Gracias por seguirnos! En 2023 cumplimos 28 años y tras miles de asuntos judiciales a nuestras espaldas, sabemos que es imprescindible tener a su lado un buen abogado que le guíe por el complejo mundo judicial. Si nos necesita o conoce a alguien que nos necesite no dude en llamarnos al T 966171294 ó 628425987. Estaremos encantados de atenderles de forma presencial, por teléfono o videoconferencia.

Deje su comentario

Your email address will not be published.

Compártalo en...

...o copie el enlace y péguelo donde quiera.

Copiar
CONTACT US
221, Mount Olimpus, Rheasilvia, Mars,
Solar System, Milky Way Galaxy
+1 (999) 999-99-99
PGlmcmFtZSBzcmM9Imh0dHBzOi8vd3d3Lmdvb2dsZS5jb20vbWFwcy9lbWJlZD9wYj0hMW0xOCExbTEyITFtMyExZDYwNDQuMjc1NjM3NDU2ODA1ITJkLTczLjk4MzQ2MzY4MzI1MjA0ITNkNDAuNzU4OTkzNDExNDc4NTMhMm0zITFmMCEyZjAhM2YwITNtMiExaTEwMjQhMmk3NjghNGYxMy4xITNtMyExbTIhMXMweDAlM0EweDU1MTk0ZWM1YTFhZTA3MmUhMnNUaW1lcytTcXVhcmUhNWUwITNtMiExc2VuITJzITR2MTM5MjkwMTMxODQ2MSIgd2lkdGg9IjEwMCUiIGhlaWdodD0iMTAwJSIgZnJhbWVib3JkZXI9IjAiIHN0eWxlPSJib3JkZXI6MCI+PC9pZnJhbWU+
Thank You. We will contact you as soon as possible.
SOLICITE CITA PREVIA ONLINE
...o a través del teléfono 966 17 12 94
Enviando el formulario acepta nuestra LOPD.