El mercado del alquiler es un caos por la negligente, nefasta y controladora Ley de Vivienda. Regular un mercado con ideología es avocarlo al desastre. El blindaje legal de 5 años, las cargas al propietario (hablemos del que compró con esfuerzo y paga hipoteca para invertir) y el ofrecimiento al inquilino para que pase a ser, si quiere hasta 2028, un ocupa sin problema ni pudor, ha disparado el alquiler por habitaciones en pisos compartidos, una tendencia relativamente nueva y peligrosa. Mucha gente sólo puede vivir en una habitación.
Vivir en una habitación
Por Javier Beltrán-Domenech.
Con la nueva Ley de Vivienda se está desencadenando una gran inestabilidad e inseguridad jurídica en el mercado del alquiler debido a sus restricciones de precios en los alquileres. Cada vez es mayor el número de propietarios que optan por vender sus viviendas, a precios inalcanzables para el mercado nacional, en lugar de alquilarlas, lo que reduce la oferta y aumenta los precios de alquiler. La consecuencia es la proliferación de un gran número de habitaciones en alquiler.
Vivir en una habitación
La Ley de Viviendaha generado una situación donde la renta media nacional de estas habitaciones se sitúa en 405 euros al mes en junio. Por ciudades, Barcelona lidera con una renta media de 631 euros al mes (+8,97% en términos trimestrales). Madrid 477 euros al mes, Palma con 473 euros al mes, y Vitoria-Gasteiz con 448 euros al mes. Esta tendencia, motivada por la Ley de Vivienda, plantea una serie de retos para el mercado inmobiliario español.
Vivir en una habitación
La regulación de los precios de alquiler de vivienda es uno de los aspectos más polémicos de la Ley de Vivienda, ya que no parece que haya funcionado bien en otros países pero el apoyo del Gobierno obliga a mantenerla a costa de la ciudadanía.
Por esto mismo en los contratos de alquiler por habitaciones los propietarios parecen poder sortear esta regulación que se aplica solo a viviendas habituales y de larga duración.
La Ley de Vivienda pretende en su parte teórica «proteger a los inquilinos» mediante la imposición de límites a los precios del alquiler, pero la realidad del mercado demuestra que los efectos son los contrarios. La escasez de oferta de viviendas de alquiler impulsa a los propietarios a optar por el alquiler por habitaciones, lo que les permite evitar las restricciones y obtener mayores ingresos. En consecuencia, los inquilinos que buscan viviendas completas se ven obligados a compartir espacios, a menudo en condiciones menos favorables y con mayores costos per cápita, con otras personas y a veces con otras familias. Esto no había ocurrido nunca.
Además, la Ley de Vivienda no solo impacta a los propietarios e inquilinos, sino que también afecta a la economía en general. La reducción de la oferta de viviendas en alquiler ha llevado al aumento de los precios de la vivienda en venta, generando una burbuja inmobiliaria y dificultando aún más el acceso a la vivienda para aquellos que desean comprar. Esta dinámica puede desencadenar un círculo vicioso donde la falta de acceso a la vivienda asequible se perpetúa y se agrava con el tiempo. Sólo chinos, rusos, iraníes y otros pueden comprar, además a tocateja sin hipoteca, en este mercado.
De forma paralela, el Gobierno no ofrece posible solución. Podría ser la incentivación de la construcción de viviendas de alquiler asequible, mediante subvenciones o beneficios fiscales a los promotores inmobiliarios que se comprometan a ofrecer alquileres a precios moderados. De esta manera, se podría aumentar la oferta de viviendas en alquiler sin necesidad de imponer restricciones de precios que terminan siendo contraproducentes. Pero no, porque sus socios pensarían que favorece a los empresarios.
Otra medida que podría complementar la Ley de Vivienda es la promoción de un mercado de alquiler profesionalizado. Se trata de que empresas especializadas gestionen grandes volúmenes de viviendas destinadas al alquiler. Este tipo de mercado puede ofrecer mayor estabilidad y seguridad tanto a propietarios como a inquilinos, reduciendo la volatilidad y las prácticas especulativas que actualmente predominan.
Vivir en una habitación es la consecuencia de una innecesaria y nefasta Ley de Vivienda que ya tenía su regulación en la actual LAU y en el Código Civil. El aumento del alquiler por habitaciones nace como estrategia para esquivar las restricciones de precios. Y esto ha causado inestabilidad e inseguridad jurídica en el mercado del alquiler.
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