La burbuja culinaria.
La provincia de Alicante es, posiblemente, una de las más interesantes de España. Tenemos de T-O-D-O. Playas, montañas, un clima excelente, espacios, industria, ocio salvaje, ocio tranquilo, restauración, puerto, aeropuerto (sí, o aeródromo) viviendas, muchas viviendas… y turistas, muchos ya residentes, que debieran enriquecernos con sus diversas culturas y no aislarse tanto en sus pueblos-urbanizaciones.
Todo es mejorable, como es normal. No haremos comentarios sobre la política actual y pasada, municipal o autonómica, porque no queremos llevarnos un disgusto de momento, ni porqué sigue la capital de la provincia sin tener el mejor puerto del mundo-mundial, como lo fue antes si miras el enlace http://www.puertoalicante.com/el-puerto/historia/#puerto.
Pero como esto es un blog jurídico, vamos a centrar este artículo-post está orientado, especialmente, en proteger la reputación de los restaurantes, gastro-bares, bares, terrazas demás centros culinarios; dentro de este tema, vamos a hablar de los illuminati-culinarios que se están aprovechando de la burbuja culinaria, del exceso de oferta, de precios…y de la posibilidad de opinar en la red sobre el trabajo ajeno. Hay tanta oferta que los cocineros y propietarios se desviven por satisfacer al cliente. Pero todo tiene un límite.
El efecto boomerang.
Y es que internet y la pasión desmedida (ahora todo el mundo es crítico de cocina) llevada a la información y desinformación sobre temas de restauración no tiene desperdicio. Es como un boomerang. Si no golpea viene de vuelta. Basta con “colgar” un comentario despectivo en la red (especialmente en apps de este tipo de servicios de restauración) para no sólo opinar sobre el pan o el punto de temperatura que le han servido, sino para dejar como el betún al dueño, camareros, cocinero y demás personal. El anonimato y el calentón lo permite.
En el despacho asesoramos a varios restaurantes, y lo que viene ocurriendo en los últimos meses no tiene nombre: el tipo de especímen del que hablamos, que suele ser un cero a la izquierda en su casa-vida-trabajo, pero se crece exponencialmente cuando acude a cualquier restaurante, llega a amenazar al establecimiento con publicar en la red un comentario negativo si no le “regalan el vino”, “invitan a los postres”, y etcétera.
¿Qué hacer si alguien amenaza de esta manera a su negocio? Pues, por supuesto no entrar en su juego, perder un poco de tiempo en la red social o aplicación donde haya vertido su injuria y contestarle contundentemente. Pero cuidado, porque hay que hacerlo con arte. Recuerde que bajar al nivel de un idiota puede provocar que le demos importancia a algo que no la tiene. Mark Twain lo dejó mejor expresado: Nunca discutas con un estúpido, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia.
Para casos más graves, no quedaría otra que denunciarlo en la red social en la que ha “hablado”.
@javierbeltrand
Deje su comentario