Últimamente ando muy preocupado, y ocupado, por las personas mayores. Tanto a nivel legal como personal. Y llamo “personas mayores” no sólo a aquellas que, por edad, superan los 80 años sino también a las que, por debajo de dicho dígito, no puedan atenderse ellas mismas por no tener familia, patrimonio o entorno protector. Este año pasado (marzo 20-marzo 21) ha tenido que ser totalmente extraño y nefasto para ellas.
Personas mayores
Es tremendo que, al jubilarse o pasar a situación de dependencia estatal, los 65 años fueran el último día de “visibilidad social” y que, desde entonces, no haya premio ni reconocimiento para ellas más que pagarles sus pensiones o fabricarles viajes al Sol. Desde hace un año, justo hoy, comenzó para ellos un descenso al Infierno y una discriminación, bajo el punto de vista legal, ético, económico y personal, nunca vista bajo el prisma de “protegerles”. Veo un absoluto abandono y un, literal, maltrato hacia nuestros mayores. No, de nada sirve que les vacunen los primeros cuando, precisamente, se les aísla.
La esperanza, o espectativa de vida, ha aumentado de forma tal que nuestro sistema no puede “liquidar” a alguien por tener 65 años. Tampoco con 70 dejándoles “cinco añitos más” y entiendo que cada uno debería decir cuándo se retira o cuándo abandona mientras su coco o cuerpo aguante. Ya lo decíamos en https://www.javierbeltranabogados.com/2016/09/22/vivir-para-siempre/
Personas mayores
El sistema debe cambiar. No sólo es el Estado, que los ve como un gasto y visualiza cómo pagarles su “jubilación”, quien los arrincona y ningunea bombardeándoles con miedo (ahora pánico con la pandemia) Es la sociedad que “desoye” sus consejos y los aleja de puestos en empresas (qué hartura de gente inexperta que se cree que está “de vuelta” y da consejos a otros) y es el propio sistema que, tonto y perezoso, premia con “me gusta” a uno que viaja, se machaca el cuerpo, se prueba ropita y alimenta y endulza la vida de un animal doméstico muy gracioso; que sale a buscar fuera de su zona de confort, para contárnoslo rápidamente, una experiencia y vida nueva pero, cuando su abuelo-a, tío-a, o familiar más anciano sufre la postergación y el miedo en su casa ni se acuerda de que, gracias a esas personas mayores, tiene lo que tiene.
Qué lástima de sociedad…
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