La lealtad procesal preserva el pleito del bullicio y del plató. Litigar es someterse a reglas, prueba y plazos; no a campañas, insinuaciones o filtraciones. Solo así se protege la tutela judicial efectiva, la contradicción y la dignidad de la profesión.
Lealtad procesal
La lealtad procesal no es cortesía; es técnica y honradez profesional. Exige respetar cargas, plazos y preclusiones; claridad fáctica y precisión en lo pedido. Igualdad de armas pero diferentes maneras de ejercer.
Lealtad procesal: estándar mínimo de ejercicio
Quien no asume ese estándar no compite lealmente: desordena el tablero y daña la confianza pública. Un abogado serio gana en el expediente; quien traslada el litigio a la plaza pública rompe las reglas del juego.
Lealtad procesal y acción–reacción dentro del proceso
El sistema ya prevé remedios: recurso ante el agravio, aclaración de resoluciones, recusación por dudas de imparcialidad, impugnación de la mentira, tacha, exclusión probatoria o nulidad de actuaciones frente a pruebas viciadas. El foro adecuado es el expediente. Las tertulias no son un trámite; son ruido. La respuesta eficaz es el escrito fundado y la prueba ordenada.
Si las audiencias previas o los trámites anteriores se respetaran, los juicios serían cuestiones realmente nimias y de poca duración. Los interrogatorios de parte, posiblemente inexistentes.
Tolerancia cero con el show: sanciones y desincentivos
La abogacía fulera prospera donde faltan consecuencias. Apliquemos con normalidad costas, temeridad y mala fe: no son castigos morales, son reglas de higiene procesal. También en Derecho de Familia. El juez debe custodiar el perímetro del pleito y rechazar maniobras externas. Los colegios profesionales, con disciplina deontológica, deben señalar al infractor sin ambages.
Costas, temeridad y mala fe
Las costas procesales internalizan el daño del abuso. La declaración de temeridad y mala fe reequilibra las armas. Filtrar piezas reservadas o intoxicar el debate puede acarrear sanción, costas, reproche deontológico e incluso nulidad si se lesionan garantías. Mensaje nítido: quien contamina, paga. Si el litigante se presume es insolvente, evaluación previa y garantías de que abonará las costas.
Buenas prácticas y test de idoneidad profesional
Método antes que megáfono: delimitar hechos y pretensiones, planificar la prueba procesal, usar plazos con precisión y pedir con limpieza. Un escrito claro vence a un altavoz ruidoso; una medida cautelar bien fundada neutraliza una campaña.
Este es el test: si tu estrategia necesita platós para funcionar, no es abogacía; es propaganda. Y no debería ejercer quien rehúsa el tablero jurisdiccional.
Comunicación y perímetro del expediente
Se puede informar sin invadir el proceso: hablar solo de lo que consta y puede decirse sin menoscabar derechos; evitar adjetivos personales, insinuaciones y filtraciones. La lealtad procesal no rebaja la defensa: la optimiza y la legitima.
Volver al tablero. Lealtad procesal frente a la abogacía fulera: quien no juega al Derecho, no debería ejercer.
Compromiso compartido: abogados, jueces y colegios. Apliquemos costas con normalidad, señalemos la mala fe sin complejos y elevemos el listón. La lealtad procesal es condición de posibilidad del oficio. Quien no acepte las reglas, que no litigue. “Ganar bien no es ganar como sea; es ganar conforme a Derecho”.
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