Mientras la sociedad jalee, admire y anime a los delincuentes, les haga películas o series que todos devoremos, tipo La Casa de Papel (recuerde que le están robando su propio dinero) la cosa pintará mal. Y si la población, por falta de oportunidades, se mete en el lado oscuro de la vida, pues algo seguirá mal. En la eterna partida de ajedrez entre las fuerzas del orden y las redes de narcotráfico, la disparidad de medios se presenta como uno de los mayores desafíos a superar. En este caso 12 contra 5 es ejemplo palpable de esta problemática, si bien no es la única.
12 contra 5
Por Javier Beltrán-Domenech.
La comparación entre lanchas rápidas de narcotraficantes, en este caso de 12 metros de eslora y equipadas con motores capaces de generar 50,000 kg de empuje, contra las modestas embarcaciones de la Guardia Civil, como zodiacs de 5 metros con 5,000 kg de empuje, es vergonzosa. Esta diferencia no solo pone de manifiesto la audacia de los criminales (en este caso han ido un paso más allá…) sino también la imperiosa necesidad de dotar de medios más eficientes a nuestras fuerzas de seguridad.
El Derecho Penal, a través de su articulado, contempla la persecución de delitos relacionados con el narcotráfico, pero la eficacia de estas normas muchas veces se ve mermada por la falta de recursos materiales adecuados para enfrentar a los delincuentes.
12 contra 5
La Ley Orgánica 6/2011, de 30 de junio, por ejemplo, refuerza las capacidades operativas de las fuerzas de seguridad en materia de vigilancia y persecución del crimen organizado, incluido el narcotráfico. Sin embargo, la legislación por sí sola no basta si no va acompañada de una dotación material que esté a la altura de las circunstancias.
La ironía de esta situación no escapa a quienes estamos inmersos en la defensa de la legalidad: mientras los narcotraficantes innovan y escalan en términos de tecnología y logística, las fuerzas de seguridad se ven obligadas a realizar verdaderas proezas con recursos limitados. No obstante, la capacidad de adaptación y el ingenio de nuestros cuerpos de seguridad merecen ser destacados, aunque esto no debería ser una excusa para la falta de inversión adecuada en este ámbito. Miren lo de Barbate porque no tiene nombre.
La necesidad de dotar de medios más eficientes a las fuerzas de seguridad en su lucha contra el narcotráfico marítimo es indiscutible. La desproporción entre las embarcaciones de los narcotraficantes y las de la Guardia Civil no solo es un reflejo de la audacia y el poderío económico de las redes criminales, sino también un llamado a la acción para equipar adecuadamente a quienes nos protegen.
Una medida que podría nivelar el campo de juego es la decomisación y posterior uso de las embarcaciones incautadas a los narcotraficantes. Esta práctica no solo representaría un golpe al capital de las organizaciones criminales, sino que también proporcionaría a las fuerzas de seguridad medios más potentes y adaptados para la persecución en alta mar. Sin embargo, esta iniciativa requiere de un marco legal robusto que permita su implementación efectiva, algo que actualmente se encuentra en un área gris de la legislación.
La cooperación internacional juega un papel fundamental en esta lucha. La ubicación geográfica de España, puerta de entrada a Europa desde África y América, convierte al país en un escenario clave en el tráfico de sustancias ilegales. Por ello, es imprescindible fortalecer los lazos con otros países y organismos internacionales para compartir información, tecnología y recursos en la detección y captura de embarcaciones utilizadas para el narcotráfico.
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