Si le preocupa su declaración de la renta y los entresijos informáticos de Hacienda, es más que posible que le altere recibir un mensaje de la Agencia Tributaria informando de un comprobante fiscal digital en el que le requieren sus datos personales. Pues bien, mucho cuidado, se trata de un ataque de phishing y está Ud a punto de morder el ciberanzuelo.
Morder el ciberanzuelo
Por Ana Biosca Micó
No hay día en el mundo que no nos despertemos con una noticia sobre un intento de fraude vía phishing. Por eso, mientras despega las legañas de sus ojos, sírvase un largo y tendido café antes de revisar su bandeja de entrada si no quiere que su cuenta bancaria se quede a cero. Bajo esta premisa, el phishing cada vez se ha hecho más común en el nuevo entorno digital obligándonos a ponernos en jaque frente a la inteligencia artificial y el blockchain.
Morder el ciberanzuelo
Los ciberdelincuentes utilizan como gancho de engaño previo el envío de mensajes maliciosos o manipulados mediante un amplio espectro de confabulaciones y alteraciones informáticas de lo más ingeniosas con las que finalmente tratan de “pescar” contraseñas, o información confidencial de cuentas bancarias que van a posibilitar el ulterior desplazamiento patrimonial de la víctima engañada. Así el objetivo principal siempre será conseguir que la víctima ejecute alguna acción de patrón común en la forma de actuar que le permita obtener al hacker un beneficio económico, bien con una transacción directa, bien través de la descarga de malware.
Sin embargo, detrás de esta trama delictiva se esconde un iter criminis mucho más complejo de lo que parece, pues los mismos piratas informáticos también se interesan en captar su tripulación. Auténticos mercenarios que recibiendo el nombre de “muleros bancarios” son embaucados por una supuesta oferta laboral para recibir el dinero retraído de forma fraudulenta en sus cuentas bancarias, extraerlo y enviarlo a su cabecilla a cambio de una comisión.
A este respecto resulta curioso pensar que podríamos ser víctimas desde una doble perspectiva conductual: la primera nos dejaría con los bolsillos vacíos; la segunda es más complicada. La jurisdicción penal incluso la ha tipificado con penas más graves aplicando el blanqueo de capitales frente a la estafa informática.
Por todo ello, la conclusión a esta realidad es cuanto menos clara: debemos mantenernos alerta ante esta práctica. Atendiendo a que el campo de acción para los delincuentes cibernéticos se expande a ratios exponenciales apareciendo otras modalidades delictivas como el pharming, vishing, smishing, etc., resultaría iluso pensar que la seguridad del internauta es indestructible y que no van a conseguir llevarnos al engaño muchas veces más.
Ana Biosca está estudiando para el Exámen de Abogacía y sufre por adelantado los pormenores de la profesión, muy satisfactoriamente, en el Despacho de www.javierbeltranabogados.com
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