Toda crisis es una nueva oportunidad. La ocasión idónea tanto para asentar nuestros cimientos como para detectar lo superfluo. Donde quedan al descubierto nuestras verdaderas vulnerabilidades. Para diferenciar lo sólido, de lo hueco, del lastre.
Toda crisis es una nueva oportunidad.
Por José Antonio Canedo Maroño.
La sociedad civil española nos muestra su descarnada debilidad e inmadurez. Está demostrando estar perfectamente preparada para dejarse pisotear sin protestar. No sólo eso, sino para socavar activamente sus propios derechos y libertades, como manifiesta la actitud de “la vieja del visillo” dedicándose a vigilar y denunciar a otros ciudadanos.
No podemos sorprendemos de cómo en la historia pudieron existir, o aún existen, regímenes comunistas, nazis, o esclavistas, donde los propios esclavos eran vigilados por otros esclavos. Ningún líder alucinado puede hacer algo significativo él solo, necesita de la colaboración activa de la población, y como estamos experimentando, eso se consigue con facilidad.
En la misma línea, la actitud de las FCSE, que aunque sospechosas de ser un caladero de votos de la derecha, parecen haberse embriagado de poder y son más papistas que el Papa a la hora de imponer restricciones de derechos a los ciudadanos.
Toda crisis es una nueva oportunidad
Y eso que han pasado una oposición cuyo currículum incluyes las principales leyes del estado y los tratados internacionales, y que su misión es proteger al ciudadano. Pues no, y si algo caracteriza a un régimen dictatorial, es una fuerza policial férrea y sumisa al poder.
Es imposible que las leyes prevean todas y cada una de las situaciones que se dan a pie de calle, es al policía que se persona en el lugar de los hechos a quien le toca interpretar la realidad y tomar la mejor decisión posible. Sin embargo, cunde la sensación de que el criterio dominante es interpretar, en caso de duda, en contra del ciudadano, cuando está en su mano no hacerlo.
Y no podemos dejar de pensar que acaso sea por proteger su carrera, evitarse problemas, no perder una millonésima de punto que le retrase un ascenso, un traslado, o un curso, que de todas formas puede que nunca llegue.
No es sino uno de los efectos secundarios de las evaluaciones discrecionales, vacantes de libre designación, y los criterios de corrección política, en lugar de criterios de eficacia real.
Toda crisis es una nueva oportunidad
Ya se veían maneras desde el prisma de la violencia de género. Un colectivo que en su inmensa mayoría sería etiquetado de “macho alfa” aun vistiendo de paisano por la calle, no tiene reparos en detener e interpretar la ley en contra de los varones, siendo plenamente conscientes de que al día siguiente les puede pasar a ellos, y aun sabiendo que las consecuencias en su colectivo son aún más graves, ya que se les retiraría el arma y pasarían a prestar otros servicios secundarios, y que son conscientes de que llevan incluso al suicidio a muchos de sus compañeros.
Pero no perdamos nuestra millonésima de punto.
Sobre la judicatura, en la misma línea, ignorando leyes y derechos fundamentales según les condicionen los titulares de prensa. Y comparada con las FCSE, mucho menos pueden alegar desconocimiento de los fundamentos del derecho.
Toda crisis es una nueva oportunidad
Acabamos de conocer que el Tribunal Supremo avala la limitación de movimientos de la población en favor del “derecho a la vida” durante la crisis del coronavirus. No vaya a ser que la ley les impida seguir la moda, o ser realmente independientes del poder ejecutivo. Esta noticia abre escenarios inquietantes, como el de atribuir al Estado la capacidad de obligar al ciudadano a cuidar su salud, aunque esté sano, incluso en contra de su voluntad.
No está prohibido el consumo privado de estupefacientes, alcohol o tabaco. No está prohibido contraer una enfermedad, pongamos por ejemplo el SIDA o VIH. Sin embargo, el Estado impide a ciudadanos sanos circular libremente e incluso trabajar, a lo que tiene derecho constitucionalmente.
A partir de ahora ¿Nos van a multar por tener la tensión o el colesterol altos, o nos van a poner a dieta? ¿Por el derecho a la vida? ¿A qué vida? ¿A la que el Estado decida que merecemos?
Toda crisis es una nueva oportunidad
Porque no podemos olvidar que todas estar restricciones de derechos, se basan en puras conjeturas, ya que la evidencia científica es raquítica. Hace poco más de un año comenzó la obligación de pagar las bolsas de plástico en los comercios. Ahora hay un consumo masivo de guantes de plástico, y sin embargo, tras todos estos meses, la OMS acaba de declarar que no hay evidencias de que el virus se pueda propagar por contacto con un objeto contaminado.
Se dice que hay dos vías de infección aseguradas, la inhalación por vía aérea y la vía ocular. Casi nadie lleva protección ocular, y quien la lleva, es sólo como pantalla, no envuelve todo el ojo. Sin embargo los guantes sí se usan por doquier, y las mascarillas acabarán siendo obligatorias.
Toda crisis es una nueva oportunidad
Pero es más importante que parezca que se toman medidas, para apaciguar el miedo de la población, y la población encantada de ello. La mala noticia es que la falsa sensación de seguridad al seguir ciegamente estas medidas, nos pone en riesgo. Nos evita estar cuestionándonos nuestra seguridad, el cansancio de tener que estar atentos y ser plenamente responsables de nuestros actos. Esto es algo que el ciudadano de a pie suele agradecer incluso en las urnas.
Lo inquietante, al fin y al cabo, es la casi unánime predisposición a aceptar restricciones de semejante calado, sin apenas resistencia ni voluntad crítica, en la era de internet, en la que podemos informarnos y sacar nuestras propias conclusiones. Así es como se entrenamos a nuestros gobernantes en que la vía del abuso es impune.
No pasa nada por equivocarse, le puede suceder a cualquiera. Lo que no tiene perdón, es no aprender la lección.
“El precio de la libertad es la eterna vigilancia.” Thomas Jefferson (1743-1826)
Por José Antonio Canedo Maroño.
Un tío estupendo que nos deja su artículo para www.javierbeltranabogados.com
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