El egoísmo y la insolidaridad son tremendamente crueles. Cuando China nos contaba su problema con el coronavirus, nos reímos. Engreídos, pensamos que el Mundo es muy grande y que por muy sucios que fueran ellos nosotros tendríamos remedios. Cuando algunos países de Europa se dieron cuenta de la gravedad de la expansión del Covid19 (esto parece el inicio de un videojuego con una ciudad en ruinas y humo al fondo) ya fue tarde.
