La consulta se cobra

La consulta se cobra

La consulta se cobra, ya lo creo que se cobra.

Érase una vez… Don Ramón, médico de familia con décadas de experiencia, caminaba tranquilo con su mujer y su perro por la playa cuando un ya antiguo paciente por él conocido lo paró y, haciéndose el despistado sin siquiera saludarle, le contó sin pausas su pena y dolor físico que subía por el muslo hacia el abdómen. Ramón, avisado y algo quemado con estas actitudes, pero complaciente, paciente, y sin rubor alguno solicitó al paciente muy serio:

-¡Bájate los pantalones y lo vemos enseguida!

El tipo, agobiado, lo miró asustado y le espetó un..: “¿Aquí? ¿En la playa?”

Ramón, educado a fondo en esta labor, respondió:

-No, hombre!, vamos a mi consulta, ¿verdad? ¿no te parece?

La consulta se cobra.

Tras muchos años de carrera, codos, estudio y esfuerzo, coste de colegiación, etc., gastamos una pequeña fortuna para poder atender clientes en las mejores condiciones que podemos. Un letrado debe arrendar, solo o con otros, o comprar, un despacho. Reformarlo y amueblarlo mínimamente, contratar y pagar agua, luz, gas, teléfono, internet y otros servicios. Puede optar por ser autónomo o pagar a Mutualidad de la Abogacía, así como seguros privados médicos, Colegio de abogados, ordenadores, impresora, papelería, y…uffff! ¿seguimos? No tenemos jubilación, desempleo ni seguridad social salvo lo que nos pague la Mutualidad de la Abogacía a los 65 (de momento) y soportamos un IVA del 21 % (también de momento) antes de que, cada trimestre nos retengan también del impuesto sobre la renta del sobrante sin IVA.

Pese a todo, y por el exceso de oferta, los abogados miran a corto, no a medio, plazo. Nunca a largo. Es cierto que algo hemos hecho mal, y los Colegios de Abogacía tienen culpa, cuando el cliente se atreve a aparecer en la consulta sin dinero, o nos cuelga rápido cuando le decimos que cobramos la consulta, o se quiere ir rápido y no paga al salir, extrañándose incluso del coste o mintiendo (esto es de nota alta) a la persona que le cobra diciéndole que ya ha “quedado para otro día” con el abogado. Ello, está claro, a diferencia de los médicos, dentistas, psicólogos, masajistas, quiroprácticos, y otros expertos en su materia que se ocupan también, durante una hora, de los problemas de la gente. Ahí no se les ocurre ir sin dinero y se paga sí o sí al salir.

¿Por qué un fontanero joven, con el que hablaba el otro día, me decía que no se movía por menos de 70 euros ida y vuelta? Porque sabe que el cliente le necesita y le pagan inmediatamente tal desplazamiento, la mano de obra y piezas necesarias cuando viene a tu casa y te arregla el goteo de un grifo o una pieza de la lavadora…Y sabe que cobra el coste de ir, pero también otros 30-50-70 euros más cuando dice que tiene la pieza que falta en la furgoneta.

La respuesta está clara: la gente paga lo que puede tocar, lo que le soluciona, inmediatamente, un problema. Pero su mente no está programada para considerar servicio el asesoramiento jurídico que se le da, y repudia pagar tras haberle dicho algo que, posiblemente, ya ha leído en Internet o le ha dicho un amigo en la calle. Léase la ironía pero.. “¿cómo va a pagar por algo que ya sabía?” Es más, últimamente, exigen respuestas a sus dudas…¡por teléfono! Así, sin presentaciones, sin más. ¿Se imaginan a un oncólogo atendiendo un diagnóstico de un desconocido sin explorar al paciente… o al mentado fontanero contando cómo debe abrir al ‘4’ la llave de pico de oro y usar con fuerza media la llave del 12 sin ver el problema de la “trúcula de la tuerca”?

CONSULTA abogados

Tras el planteamiento, llega el nudo problema de los abogados: hay tantos que, algunos, por atraer al cliente, creen que es un reclamo no cobrar la primera visita y así lo ofrecen. Pero es un craso e imperdonable error, porque dicho Despacho cerrará, salvo sea una macro oficina con gente destinada a tal tarea, por la pérdida de tiempo y consultas sin término jurídico claro, curiosos, impacientes, etc. El pequeño-mediano despacho perderá horas atendiendo a gente “potencialmente cliente”, escuchando de todo, gastando todos los servicios del despacho durante la hora más el tiempo anterior y posterior. La respuesta no dará lugar a que el cliente, de forma automática, le encargue el caso, por lo que el volumen será vital para sobrevivir y, así, se empieza el círculo vicioso.

Los abogados están perdiendo el honor, la lealtad, la fidelidad al cliente en pos de la captación, sin sentido y por volumen, de asuntos. El cliente ya viene con el respeto perdido cuando sabe que puede exigir lo que quiera ya que otros despachos de los de “primera consulta gratis” le atenderán y, así, irá de despacho en despacho para confirmar sus dudas o, porqué no, pasar la tarde.

La primera consulta es el momento donde ‘tocamos’ el problema del cliente, y donde le damos nuestros años de formación, muchos o pocos, nuestros gastos y nuestro tiempo. ¿Creéis que en esa hora, dándole acceso a Internet o a vuestros libros, el cliente lograría la respuesta? Imposible, ¿verdad? Pues, la visita es la carta de presentación del abogado ante el cliente y es una de las etapas fundamentales de la relación profesional que deberá cerrarse con una contratación inmediata o futura. Por tanto, cobrar la consulta satisface al cliente, que posiblemente vuelva para que se le descuente lo pagado, y satisface al abogado, que da por bien invertido su tiempo. Muy poco diría de nosotros como profesionales si ‘regalamos’ nuestro know how sin apenas valorarlo, ¿no os parece?

Pues, colegas,  por favor, pensadlo y no os rebajéis. Cobrad, cobrad cada uno la cantidad decidida según vuestra entelequia, experiencia y tiempo… pero ¡¡cobrad por vuestro trabajo!! No se os ocurra ofrecer consultas gratuitas porque estáis comenzando vuestro fin. Una vez finalizada la consulta, ya decidís si cobrar o no, pero no ofrezcáis vuestra muerte antes de que llegue.

Por Javier Beltrán-Domenech.

www.javierbeltranabogados.com

 

Javier Beltrán-Domenech
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